INGENIO AL NATURAL. BACK TO THE NATURE
Nuevo reportaje para la revista EXCELENTE IBERIA ESPAÑA
En el Principado de Asturias, un puñado de pioneros e iniciativas privadas ha trasladado el arte y centros de creación a la periferia urbana: fincas, prados, casas solariegas y campesinas convertidas en galerías
Fotos: Oscar Larzábal. Texto: Dani Burgui
El jardín que rodea la galería de arte ATM ha sido atacado la noche anterior. Por suerte, no hay daños ni robos en las obras expuestas. Diego Suárez Noriega, el director de la galería, nos muestra con humor el destrozo. La hierba está levantada y hay pequeñas montoneras de barro: son marcas de jabalíes. De madrugada, algunos de estos animales salvajes han irrumpido y han metido el hocico y las pezuñas a su antojo en el césped. Este es uno de los mínimos inconvenientes de una galería de arte en medio de un entorno natural, de 260.000 metros cuadrados de espacio verde. Estamos la finca Quinta Peña de Francia, en Deva, a las fueras de Gijón –apenas a 20 minutos de la ciudad– en el Principado de Asturias. ATM es una de las galerías de arte más importantes de la región y heredera de la galería Altamira, fundada en el año 1958: una de las más antiguas y relevantes de España.
Diego Suárez acaba de regresar hace tan solo unas horas de Madrid, de la feria de arte contemporáneo ESTAMPA, donde acaban de recibir un premio. Uno de sus socios se marchó ayer para Londres, al Royal College of Arts y al día siguiente recogerán en el aeropuerto a Melvin Martínez, un artista puertorriqueño que expondrá aquí. En próximas semanas mostrarán algunos trabajos en Bogotá, Lima, Miami o México DF. Pero pese a moverse en los círculos más selectos de la vanguardia del arte internacional, la mayor preocupación de Diego ahora mismo es que la verja que da acceso al terreno colindante está cerrada.
Nos quiere mostrar un prado con caballos de doma, aquí en esta finca que perteneció a los condes de Revillagigedo, grandes de España y gobernadores de México. Así que con mucha destreza, sin quitarse su blazer ni arrugar su camisa, pega un brinco y nos enseña cómo cruzar con extraordinaria elegancia una valla con alambre de espino sin rasgarse el traje. Diego camina entre hierbajos y maleza sin mancharse sus mocasines. Una habilidad digna de un gentleman inglés, un James Bond asturiano. Nos muestra a la luz del atardecer una pomarada –un campo de manzanos–. Diego habla con el mismo conocimiento y energía –casi como un chiquillo emocionado– de los frutos que cuelgan de las ramas así como de las última exposición que ha montado. Y esta idea de entusiasmarse a partes iguales por lo mundano y lo creativo es la clave que marcó el traslado definitivo de la galería en el año 2010 desde la ciudad a esta finca, donde ATM dispone de 500 m2 –en lo que fue una antigua fábrica de crecepelo del s. XIX– dedicados a la producción y exhibición, pero que van más allá del concepto de galería para convertirse en un centro de arte privado con espacios de trabajo y residencia para los artistas.
“Somos el I+D (investigación y desarrollo) del arte, mejoramos mucho nuestro trabajo y el de los artistas, no se trata solo de comprar obras, exponer o de producir, queremos acompañar a los creadores, ofrecerles un espacio donde estimularse, investigar, desarrollar nuevas ideas. Para eso debemos salirnos de la fila, de la senda marcada. Y todo esto es más posible aquí, en la periferia”, explica el director de la galería que ya ha acogido a varios artistas. “También atraer posibles coleccionistas a este espacio natural genera otro discurso entre la obra y artista, pero también sugestiona la sensibilidad del posible comprador de arte y desactiva el estrés y genera cierto grado mayor de sugestión”, añade.
La des-urbanización y descentralización de las galerías privadas hacia el ámbito natural es un fenómeno global. El ejemplo más exitoso es el de Hauser & Wirth, galería de arte contemporáneo que es referente mundial con sedes en Zurich, Nueva York, Londres, Hong Kong y Los Ángeles, pero que en el año 2014 decidió abrir un centro en Bruton, una aldea de apenas 2.500 vecinos en Somerset (Inglaterra), y que solo en sus nueve primeros meses recibió 100.000 visitantes. Lo mismo ocurre en Francia o en Italia.
De hecho, este fue también el viaje creativo de Virginia López y Giovani Lanterna que juntos han creado PACA – Proyectos Artisticos Casa Antonino, un caserón tradicional asturiano con su panera, llagar y terreno de cultivo donde fomentar la sensibilidad artística en torno al paisaje, crear redes de colaboración a nivel local e internacional, pero manteniendo una dimensión doméstica y familiar.
Su idea inicial era hacer esto mismo en la Toscana italiana, pero terminaron regresando al pueblo de la infancia de la madre de Virginia en la aldea Trubia, cerca de Gijón. Entre colinas brumosas y campesinos han trabajado a destajo: lo mismo han arreglado los muros en ruina, labrado el campo, que creado un sello editorial. Virginia López es historiadora del Arte, artista plástica y fue profesora en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Allí conoció a Giovani, que es restaurador y conservador de obras de arte.
Junto a ellos y durante un periodo de tres semanas convive y trabaja en esa misma casa Nika López, una jovencísima artista valenciana que desarrolla su discurso estético sobre la relación cuerpo-naturaleza a través del videoarte y performances. “Está siendo una experiencia muy completa: Virgina y Giovani tienen una tremenda disposición, aprendo y leo mucho, tengo mucha ayuda”, explica Nika, que ha pasado días recogiendo hierbas silvestres para su proyecto.
Cuenta Virginia López que una parte importante de su casa es implicar a los “paisanos” del lugar en presentaciones, talleres, charlas e inauguraciones. “No deseamos ni fomentamos un arte ensimismado, fuera de su contexto. Queremos contribuir a nuestra comunidad, explicar el arte que hacemos aquí a nuestras vecinas, abrirnos al mundo”, afirma.
En esta misma línea se mueve el festival bienal ParaisuRural, arte colaborativo y con los habitantes del municipio rural de Valdediós. En este movimiento de asilvestramiento creativo también entran las artes escénicas donde la referente es Mónica Cofiño, más conocida como “la xata”: productora, bailarina, cantante y artista total, que abandonó los teatros y los escenarios para hacer giras rurales. Un laboratorio cultural ambulante en el que lo mismo danza con vacas que recupera la tradición minera asturiana. Ahora, ha pasado todo el verano viajando por Europa con la compañía francesa La Volière aux pianos, cuyo espectáculo literalmente echa a navegar un piano al agua.
Para Giovani el paradigma de este fenómeno es un peral silvestre que él tiene en su finca. El árbol en cuestión es el hazmerreir de sus vecinos, los campesinos no entienden porqué Giovani se esmera en cuidar un árbol que no da frutos, solo porque es bonito. Y él sonríe y sentencia con rotundidad: “No solo se come con la boca, también con los ojos y el alma”.